Crítica LA VERDAD
Crítica de Mara Mira en el diario LA VERDAD de Murcia a propósito de la exposición FOLITRAQUE en la fundación Pedro Cano de Blanca.
¡Esto no es un juguete!
Una contundente exposición que nos presenta los tiempos de carencia que vivimos y que va a lograr que le dé unas vueltas a lo que piensa tirar a la basura
En cuanto avisé a mi hijo de que me iba a ver una exposición de Ángel Haro (Valencia, 1958) sobre unos juguetes que llevaba haciendo desde hacía dos años, enseguida se puso la cazadora para seguirme. Ya allí, el solo se dio una vuelta por la sala y cuando volvió me espetó: mamá esto no son juguetes son cosas ordenadas para parecer otras cosas. Después de aquella sentencia, que resumía en una frase todos los ensayos de E. H. Gombrich sobre las metáforas en la Teoría del Arte, me pidió permiso para irse a jugar al fútbol. Lo observé mientras se cerraba la puerta del ascensor: de un plumazo se había hecho mayor y eso que sólo tiene diez años. Me invadió una oleada de ternura que me dejo tiesa, así que me dediqué a intentar ver la muestra con sus ojos. Misión imposible, donde él veía sólo botes de hojalata, yo encontraba cohetes que surcaban infinitos universos. Mi hijo se dedicó a diseccionar las partes con la precisión de un cirujano. Mientras yo me enfrasqué sumando visualmente cada trozo para lograr un todo. ¡Qué batalla! ¡Platón contra Aristóteles!
Si ahora me pusiera a describirles a conciencia las esculturas (trozos de madera, clavos, botes, piedras, brochas, huesos..), ganaría mi hijo, porque por mucha intención evocadora que le ponga, como diría Magritte: esto no es una pipa, sino la representación de una pipa. El cerebro, domesticado por el conocimiento adquirido con la experiencia de los años, analiza y vomita solo aquello que conoce. Como muchos de los que me acompañaban, yo (re)conocía los objetos sin atender a las partes, justo lo que se hace con los cuadros de Arcimboldo. La nostalgia -y con ella el poder de evocación- se había apoderado de nuestro sistema emocional, recordábamos tiempos pasados en los que, a falta de un objeto, éramos capaces de fabricarlo nosotros mismos. La carestía desarrolla la creatividad y las posibilidades de las formas simbólicas, algo que bien sabe Ángel Haro, por su dilatada experiencia viajera, viendo jugar a niños del África subsahariana.
Confirmo la descripción que, desde el catálogo diseñado por Jorge Martínez, hace el escritor Ángel Montiel, quien describe la obra como «arte emocional». También es justo reconocer el elegante montaje llevado a cabo por Marcos Salvador Romera y Pepe Gómez. Reconforta el ánimo con el que se han enfrentado a un proyecto complicado y sin dinero para producción. Pero el tiempo de esta magnífica exhibición pasará, por lo que agradezco la derivación futura que apunta hacia perpetuación de los modelos por medio de la fotografía de estas esculturas. Haro ya ha hecho una tirada de veinticinco de las piezas: Elefante, Éxodo y Gagarin.
También aviso de la ampliación del proyecto con un documental rodado por Carlos Belmonte y un blog -gestado por la fotógrafa Isabel del Moral-, que incluye ensayos como las famosas reflexiones de Gombrich en torno a un caballo de madera, textos de Haro como 'Reciclaje y Creatividad', junto a fotografías y vídeos sobre los diversos talleres que ha impartido sobre el tema en la India y en La Casa Encendida de Madrid (http://folitraque.blogspot.com.es/2013/11/folitraque.html).
Lo dicho, una contundente exposición que nos presenta los tiempos de carencia que vivimos y que, a buen seguro, va a lograr que usted le dé unas vueltas a todo aquello que piensa tirar a la basura. Mi enhorabuena al artista. Folitraque vale más que cien campañas publicitarias sobre ecología y reciclaje.